El objetivo de este post es mostrar y esquematizar las directrices que deben seguir los productores de vino cuando tengan que elegir su sistema de envase. Deben tener en cuenta aspectos como: el contenido, la protección, la conservación o la información que debe llevar la etiqueta.
El material del envase primario: vidrio
Los envases hechos con este material gozan de una serie de características que los hacen perfectos para la conservación del vino. Aseguran su aislamiento en términos de impermeabilidad o neutralidad del contenido. También garantizan aspectos como la durabilidad o la esterilización del producto. Esto lo convierte en la mejor opción para envasar vinos y bebidas en general. Además, es reciclable.
Tipos de tapones y corchos
En primer lugar, tenemos el denominado tapón “técnico”, compuesto por granulados de corcho y plástico.
En segundo lugar, tenemos el tapón sintético. Este no deja que los microbios proliferen, es más higiénico, y no genera polvo. Se puede fabricar en distintos colores y permite almacenar las botellas en posición horizontal sin ningún miedo.
Embalaje Secundario
El embalaje secundario es el encargado de salvaguardar el producto durante su transporte, distribución y almacenaje. Si hablamos solo de vinos, el tipo de embalaje que usemos dependerá, en la mayoría de los casos, del envase primario que hayamos utilizado. No es lo mismo si este es de vidrio o de cartón.
Si se debe proteger vino embotellado, la opción más común para el embalaje secundario la encontramos en las cajas americanas de cartón, también llamadas B-1. El cartón utilizado para la elaboración de estas cajas se ha sometido a distintas pruebas a cargo de organismos como, por ejemplo, el Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística.
Una de las pruebas más importantes es la de resistencia a la compresión vertical (BTC), factor que nos asegura su capacidad de apilamiento y su resistencia.